El boom del aceite de palma en México está por llegar
Necesitamos promover un seguimiento crítico de su avance

  • 1 septiembre, 2021

A. Cristina de la Vega-Leinert

La palma de aceite ha sido denunciada a nivel mundial por sus implicaciones socio-económicas y culturales profundas que incluyen: la deforestación, la pérdida de biodiversidad cultural y soberanía alimentaria, la contaminación ambiental, el acaparamiento de tierras, las condiciones precarias y peligrosas de trabajo, los impactos a la salud, la violencia de género y las violaciones a los derechos humanos. Estos impactos son más visibilizado en países del sureste asiático, de África ecuatorial o Centroamérica, donde las empresas transnacionales poseen enormes plantaciones o controlan a sus proveedores, los pequeños productores, mediante la agricultura por contrato.
En comparación, México (rango 16 en los 20 principales productores a nivel mundial) aparece poco en las noticias en este contexto. La producción de aceite de palma en México ha desempeñado hasta ahora un papel comparativamente menor. Esto está cambiando rápidamente. En efecto, las políticas actuales empujan la expansión rápida de este cultivo clasificado como estratégico en las zonas tropicales húmedas del sur del país, zonas frecuentemente habitadas por comunidades indígenas con poco acceso a tierras y poca representación política. Según las fuentes, se estima la superficie con potencial productivo de palma aceitera en el país entre 2.8 a 8.9 millones de hectáreas. El objetivo de la actual planificación agrícola va más allá de satisfacer la creciente demanda interna de aceite de palma: se trata de crear un sector competitivo a nivel internacional.
El Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM), la Universidad de Greifswald (Alemania) y México vía Berlin e.V. realizaron en un reciente informe un panorama del cultivo de la palma de aceite en México, así como de su potencial de conflicto en caso de su expansión masiva. En comparación con Colombia, quinto productor mundial y número uno en América Latina, México se encuentra todavía en una fase muy temprana. En 2018, había alrededor de 73 mil hectáreas de áreas productivas de palma aceitera en México (en Colombia son poco menos de 290 mil hectáreas). Nuestro trabajo cartografió 62 057 hectáreas de palma aceitera en México, proporcionando una base sólida para seguir más de cerca el desarrollo futuro de este cultivo en nuestro país.
Tanto las instituciones gubernamentales como el sector empresarial sostienen que la producción de aceite de palma en México podría convertirse en un sector económico central del país y al mismo tiempo fomentar un desarrollo sustentable de las zonas productoras. En efecto, uno de los argumentos de los defensores de la palma aceitera es que en México, a diferencia de otros países, no habría que talar bosques para ampliar la superficie de palma aceitera, ya que convertiría “tierras degradadas” o “baldías” en “tierras productivas y forestales”. Nuestro estudio muestra que muchas de las actuales plantaciones de palma aceitera se establecieron en tierras de pastoreo, probablemente relacionadas con deforestación más antigua. Esta narrativa recuerda el debate sobre el cultivo “sostenible” de la soya en otro contexto. Tras vincular la producción de soya en Sudamérica a la destrucción de los bosques tropicales, logró la Mesa Redonda de la Soya Responsable pintar de verde el sector, sin acabar con la deforestación. En efecto, la ganadería, al no estar sujeto a ningún sistema de certificación, continúa talando selva tropical, mientras que la soya ahora certificada ocupa zonas previamente de pastoreo.
En este contexto, es interesante notar que en México, existe una estrecha relación entre el cultivo de soya modificada genéticamente y el de la palma aceitera, coexistiendo estos dos cultivos agroindutriales en varios municipios del sur del país. Nuestro estudio demostró que la palma aceitera se cultiva en siete de las 78 regiones clasificadas oficialmente como prioritarias desde el punto de vista hidrológico, con 30,101 ha en “Regiones Terrestres Prioritarias”. Se comprobó la deforestación de 5.400 hectáreas directamente relacionada con la expansión de la palma aceitera entre 2014 y 2019 (correspondiendo al 5% de la superficie cultivada de palma de aceite actual) y se identificaron 4.022 hectáreas de palma aceitera dentro de áreas naturales protegidas. En otras palabras, en México ya existe un conflicto entre el medio ambiente y la producción de aceite de palma y es previsible que se agrave.
El boom del aceite de palma en México está por llegar. La evolución actual es tan dinámica que un panorama vigente del sector necesita una actualización repetida de este trabajo. Estamos preparando una segunda versión para perfeccionar nuestro acercamiento metodológico y profundizar el análisis. Nuestra meta es seguir de cerca el desarrollo del sector y proporcionar datos geore-ferenciados contextualizados como base para exigir el cumplimiento de normas mínimas aceptables en el ámbito social y medioambiental. Combinamos conocimientos, prácticas y fuerzas con compañeras de las asociaciones civiles Agua y Vida, Mujeres, Derechos y Ambiente, y la Casa de Apoyo de la Mujer Ixim Antsetic para entretejer nuestros saberes, denunciar el avance y los impactos de este monocultivo en las vivencias de las poblaciones afectadas, contrarrestar la narrativa dominante que construye la palma de aceite como cultivo del progreso y visibilizar los testimonios de quienes encarnan las implicaciones de la palma de aceite al día a día y su lucha para recuperar el control de sus cuerpas, su tierra, territorio e historia.

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