RED DE ESTUDIOS SOCIALES
SOBRE MEDIO AMBIENTE
Pandemia, Minería y Medio Ambiente
- 28 octubre, 2020
Dr. David Madrigal González
“Cuando despiertes, verás a la Compañía
junto a tu cama, mirándote fijamente,
con sus ojos penetrantes”
Verónica Gerber Bicecci
La Compañía
En punto de las siete de la mañana, se encuentran formados varios trabajadores de la empresa minera canadiense New Gold – Minera San Xavier, en la entrada principal de la mina de Cerro de San Pedro, en San Luis Potosí. Esperan a que les realicen la prueba de temperatura y una revisión ocular para identificar alguna señal de gripe, resfriado, tos, ojos llorosos, escurrimiento nasal o cualquier síntoma que pudiera relacionarse con enfermedades respiratorias. Desde que empezó la pandemia, no se realiza el examen antialcohol porque les dijeron que se pueden contaminar los aparatos.
Después de pasar el primer retén, los trabajadores pasan a una revisión de sus ropas y pertenencias para que no ingresen con teléfonos celulares. El tratar de infringir ésta regla le ha costado el trabajo a algunos como aquel habitante del pueblo de Cerro de San Pedro, cabecera del municipio con el mismo nombre, que después de haber sido despedido y al verse sin empleo, se las ingenio para crear en los terrenos de su propiedad, un mirador hacia el tajo a cielo abierto. Esto no sólo lo salvó del desempleo sino que recientemente lo convirtió en prominente pequeño empresario de uno de los atractivos principales de los visitantes que abarrotan el lugar, principalmente los fines de semana, para literalmente tomarse la foto con el muerto, el hoyo donde antes se encontraba el Cerro de San Pedro.
El pueblo de Cerro de San Pedro fue en algun tiempo un real minero, en otro tiempo un company town caracterizado por una calle principal que atravieza la traza del pueblo y conduce directo a la entrada principal de la mina; también fue considerado un enclave minero durante la primera mitad del siglo XX y más recientemente, después de haber vivido su propio proceso de desnacionalización, viene en un proceso de desenclavización que lo ha llevado a su explotación trasnacional, no sin hacer emerger un movimiento de resistencia y servir de inspiración para diversos colectivos ambientalistas, además de haber sentado las bases para una defensa del territorio y los recursos naturales de la región, lo que ahora se expresa en la lucha por la defensa de la Sierra de San Miguelito, bastión ecológico de la basta región del desierto chihuahuense que llega hasta el sur de Estados Unidos.
Con el mes de Octubre, vinieron nuevos despidos de los trabajadores de la minera. La cuadrilla de trabajadores que la empresa contrato para remodelar las calles del pueblo, el curato y la sacristía de la iglesia de San Pedro, a puro golpe de piedra, se redujo al 50% dos meses antes, cuando por la ola de contagios por el Covid-19 en la capital potosina, la presidencia municipal cerró el acceso al pueblo para quienes no probaran su residencia mediante la credencial para votar.
Durante las semanas de encierro regresó el silencio al pueblo de Cerro de San Pedro. Se apoderaron del paisaje visual y sonoro los pájaros, las montañas, los perros, las casas abandonadas, las yucas, los mezquites, las nopaleras, los hijos de los trabajadores de la mina y uno que otro desobediente del “quédate en casa” que llega al pueblo después de haber librado el retén o haber rodeado varias montañas pasando los poblados de La Zapatilla y Cuesta de Campa. La actividad económica en torno a la venta de comida y bebidas quedó prohibida y también se prohibieron fiestas, misas, jaripeos y cualquier otro tipo de aglomeraciones en iglesias, escuelas y espacios públicos.
Después de las cuatro primeras semanas de encierro, la inquietud de los trabajadores de la mina y sus familias fue más notable. No sólo no había comercio, tampoco había agua constante en las casas. El agua es todo un tema en los territorios controlados por la minería de tajo a cielo abierto. Una micropolítica de tratos diferenciados se extiende por toda la trama comunitaria con la aceptabilidad de las autoridades municipales y estatales, el agua efectivamente fluye hacia el poder y hacia quiénes saben o pueden sacar provecho de la correlación de fuerzas que implica el ejercicio del mismo.
En la mina los trabajadores dejaron de presentarse a sus tareas habituales por ordenes de los ingenieros y hasta que estos los mandaran llamar. Mientras tanto, los mineros recibieron su sueldo y tomaron descanso obligatorio. Tomaron más cerveza que antes del confinamiento, aunque les costaba más cara y cuando empezó a escasear la sacaron de tiendas y restaurantes cerrados que pertenecían a sus familiares. La fiesta patronal de Cerro de San Pedro se realizó, pero se redujo a su mínima expresión y se llevó a cabo en la iglesia de San Nicolás.
En la minera hubo molestía por la aglomeración que implicó el festejo y porque en su opinión no se guardaron las medidas y cuidados necesarios para evitar contagios. La Secretaría de Salud del Gobierno del Estado difunde en las noticias locales que existen 26 casos en el municipio de Cerro de San Pedro, pero nadie sabe donde están, quienes son o en qué familias se han presentado esos casos. Si acaso se sabe de una anciana que murió después de mucho tiempo de estar enferma, pero se reporto como víctima de Covid-19.
La manera como se está viviendo la pandemia en las poblaciones mineras y sus entrecruces con el tema del medio ambiente tiene sin duda sus particularidades en cada contexto local. Después de haber iniciado en marzo el plan de confinamiento en nuestro país, al mes de octubre, en terriotorio mexicanose reportan más de 1 millón 600 mil contagios y más de 169 mil decesos, según datos sobre COVID-19 publicados por la Universidad Johns Hopkins CSSE y el Banco Mundial. En el caso del estado de San Luis Potosí, la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado reporta más de 25 mil contagios y más de 1 mil 800 decesos por ésta enfermedad.
La pandemia ronda las instalaciones y la planta laboral de la minera en el municipio de Cerro de San Pedro en San Luis Potosí. Mientras la Compañía sigue su plan de cierre de mina, después de 8 años de una intensa y brutal explotación que empezó en el año 2007, la minera sigue utilizando miles de litros de agua mezclada con cianuro para terminar de exprimir el oro y plataen los patios de lixiviación. A la minera no le falta el agua que a la población a veces le deja de llegar hasta 15 días.
En contraste, las ganancias de la Compañía en 2019 se estiman en más de 630 millónes de dólares (New Gold Inc.). Las ganancias no se verán mermadas por los gastos de la remediación que debería ser exigida por las autoridades de los tres niveles de gobierno, puesto que la Compañía se las arregló, para en lugar de ello, pagar indemnizaciones diferenciadas a los propios habitantes del municipio.
Cada que llega el día viernes los trabajadores de la Compañía esperan con preocupación la lista de los nuevos despedidos. En el pueblo de Cerro de San Pedro, el último de los despedidos fue el propietario de una tienda ambulante adaptada a la cajuela de un auto que los lugareños llaman “el oxxo”. Con el dinero que le dieron por su liquidación, al siguiente fin de semana, le realizó una fiesta de bautizo a su único hijo. Justo este mismo fin de semana la entidad entró en semáforo amarillo y los visitantes regresaron en masa a las calles rocosas de este viejo pueblo minero en el que sobreviven un poco más de 20 familias.
Al siguiente día, como cada lunes, trabajadores del ayuntamiento recogen cada vez más basura que, a pesar de las tareas de limpieza, se acumula en los barrancos, en los patios traseros de las casas y en las casas abandonadas. La Compañía promete irse en 2021 y promete dejar un tiradero ambiental.La metamorfosis del pueblo de Cerro de San Pedro hacia prácticas y relaciones sociales cada vez más mediadas por la economía del turismo de fin de semana parece inevitable. Paradójicamente, el movimiento de defensa del pueblo, iniciado en 1995,fue el que logró atraer de nuevo a los visitantes con acciones de resistencia como el Festival Cultural de Cerro de San Pedro,que se lleva a cabo los primeros días de marzo de cada año.