Naturaleza urbanizada

Leonardo Tyrtania

Qué es naturaleza 
En la minuta de la Resma de abril la palabra “naturaleza” aparece 41 veces; diez veces por página. En la misma sesión David Madrigal dijo que (cito de memoria) “está claro que el concepto de ecosistema está cada vez más difícil de aplicar a la ciudad”. Me gustaría que ampliara la idea. Porque si no es ecosistema, ¿bajo qué concepto o metáfora vamos a pensar, entonces, la “naturaleza urbanizada”? 
Nuestras definiciones son resultado de opciones epistemológicas, no podría ser de otra manera.  En la cultura occidental la naturaleza es algo externo a la sociedad e inferior a su estatus. En ciencias sociales comúnmente se piensa que lo social es un constructo humano. Cientos de miles de especies cuyos individuos viven en sociedades no son prueba de nada, el “fenómeno humano” es una excepción en este mundo. 
Pero supongamos –como una hipótesis– que somos naturaleza. Los procesos naturales son 1) espontáneos, 2) irreversibles, 3) no lineales, 4) estocásticos y 5) se dan fuera del equilibrio. Pues los procesos naturales son creativos, para nada están predeterminados de antemano. No hay tal cosa como el “orden en todas partes”. Lo que hay son ordenamientos locales y temporales que se propagan sobre el pentagrama del caos (resumido más arriba en sus cinco características), ordenamientos que contribuyen al caos en la medida en que se expanden y extinguen.
El desgaste es espontáneo e inevitable: sólo se puede sobrevivir en un mundo cuya entropía aumenta (Georgescu-Roegen 1996). La energía no es reciclable. Si existir es disipar energía, entonces para seguir en el juego solo podemos usar la energía de potencial intacto en cantidades crecientes (comprometiendo cada vez más el medio). Para eso nos agrupamos como sociedad, no por otra razón. Individualmente no podemos aumentar mucho el consumo energético, pero como grupos sociales sí podemos consumir cantidades de energía cada vez más grandes, aunque también hay límites para eso. En nuestros tiempos las “clases pudientes” urbanas llegamos a consumir cantidades varias veces mayores de las que puede suministrar la biosfera sin deteriorarse. Y seguimos creciendo. Para poder hacer eso nos juntamos en sociedades, como termitas. Es un proceso natural que tiene en común con todos los procesos naturales la dinámica energética. Esa dinámica consiste en que el consumo de energía debe de crecer. (El estado de equilibrio sólo es posible en física aristotélica.) Independientemente del ritmo del crecimiento, éste siempre estará acompañado de la producción de desechos. En las ciudades se da a una tasa de consumo nunca antes vista. Basureros tóxicos a cielo abierto, escurrimientos subterráneos de aguas fétidas, aire difícil de respirar, especies invasoras por doquier, violencia institucionalizada y crimen organizado. ¿Fatalidades sin remedio? Eso depende del modelo mental interpretativo que tengamos en la cabeza; más todavía, depende del que compartimos con los demás y otro tanto del que llevamos a la práctica. El modelo evolutivo apuesta por la creatividad de la naturaleza y la participación humana en ella, no por el dominio de una parte sobre el todo.
En palabras de Gregory Bateson, una civilización que se erigió con la consigna de ser dueña de la naturaleza y dispuso de una tecnología para probar lo anterior, no puede sobrevivir más que “en el infierno que ella misma creó” (Bateson 1991). El infierno al que se refiere el autor –una metáfora que se entiende particularmente bien desde el enfoque energético– es el aceleramiento vertiginoso de la quema de combustibles. Proponer en estas circunstancias un desarrollo “más sustentable” (¿todavía más del que tenemos?) para salvar el mismo “desarrollo” devastador es un desatino de quien piensa que se puede administrar un infierno. 
Pues bien, si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál sería la pregunta? ¿El crecimiento canceroso (Cronon 2007, la sesión de marzo) de las ciudades a expensas del campo es producto de una deficiente integración entre los dos? ¿O de una mala planeación? ¿Puede traerse un poco más de “naturaleza” a las ciudades (Keil y Graham 2005, la sesión de abril)? ¿Pueden el conocimiento, la política o la tecnología remediar algún asunto de estos (Resma, Conocimiento, ambiente y poder de próxima aparición)? Tal vez la Resma pueda formular una pregunta propia respecto a la “naturaleza urbanizada”. Cada quién de nosotros seguramente tiene la(-s) suya(-s), pero también podríamos formular una como equipo e investigar en conjunto

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