En el Día mundial por la Tierra, el Sur de Honduras alzó la voz

Helena Roux

RESMA – En el Día mundial por la Tierra, el Sur de Honduras alzó la voz

El legado de Berta Cáceres, dirigente lenca asesinada en La Esperanza, Honduras, en la noche del 2 de marzo del 2016, también estuvo perceptible en la movilización campesina que se llevó a cabo en el Sur del país este 22 de abril en ocasión del día mundial de la Tierra. La multitudinaria marcha demostró que, lejos de ser un hecho aislado, el saqueo ambiental y despojo agrario que el trágico crimen contra Berta expuso a la faz del mundo, se perpetra y multiplica a lo largo y ancho del país.
El calor ya pegaba fuerte en esta mañana, cuando miles de personas se congregaron en la carretera, habitualmente acaparada por imponentes tráileres que transportan mercancías hacia la frontera con Nicaragua y El Salvador. Procedentes de numerosas comunidades de los departamentos de Valle y Choluteca, los manifestantes emprendieron una caminata de diez kilómetros bajo el inclemente sol hacia la cabecera departamental, Nacaome. A la par de grupos ambientalistas y campesinos, varios sacerdotes acompañaban la marcha. Envalentonados por la recién publicada encíclica papal Laudato sí, contribuían a vincular el planteamiento global del día por la defensa de la tierra y del medio ambiente con los mensajes inscritos en las mantas campesinas. Aquí no se trataba de una abstracta celebración de la Madre Tierra sino de una respuesta combativa frente a las amenazas concretas que aquejan la región.

¡Las “ciudades modelos” y la minería son la misma porquería!
Desde la lógica del control de flujos de mercancías para alimentar el mercado global, los departamentos fronterizos ocupan un lugar estratégico para el pase de uno de los numerosos corredores secos que atraviesan la región centroamericana. Es ahí que inversionistas nacionales y extranjeros planifican instalar unas de las Zonas Especiales de Desarrollo económico (ZEDE); esas entidades desvinculadas de la jurisdicción nacional (en particular en términos de derechos laborales), creadas ex nihilo para la producción de bienes y servicios de alto valor agregado (agricultura intensiva, minería, camaroneras, turismo, etc…). Pero aquellos espacios presentados a los inversionistas bajo el concepto de Terra nullius, como antaño lo hizo la Corona española, sí están poblados… con gente que, a pesar de ser masivamente empujada por la pobreza a migrar hacia el Norte, no está dispuesta a dejarse arrebatar la tierra en donde nacieron sus antepasados. “¡Con oro o con cobre, en el Sur no se come!” corean los manifestantes. Mientras en la comunidad del Tránsito (Choluteca), las compañías mineras amenazan las tierras y sobre todo las fuentes de agua, en las aldeas colindantes es la instalación de parques solares que aqueja a los campesinos. Inauguradas en 2015, las plantas “Nacaome” y “Valle” que interconectarán las líneas que corren de Honduras a El Salvador fueron presentadas por Adolfo Larach, empresario socio de una de las dos empresas, Cohessa-Sopossa y Solar Power, a cargo de su realización, como “el proyecto más grande de América”1. Este parque permitirá “de diversificar la matriz energética y cambiar las condiciones de inversión” para así “dar un paso importante” se felicitó el presidente Juan Orlando Hernández durante el acto inaugural, refiriéndose a la construcción de la supercarretera que prevé unir el Atlántico con el Pacífico y a los beneficios que eso traerá en término de competitividad para el puerto de Cortés en el noroeste del país.

¡Laudato No, Mercado Sí!
Conscientes de que la finalidad principal de esa y otras gigantescas obras nunca ha sido la de abastecer con energía a sus humildes viviendas, los pobladores afectados se sienten burlados. “Podemos vivir sin luz, pero no sin agua”, alegan preocupados por el hecho de que esas siembras de nuevo tipo (los paneles solares) le restan espacio a otros cultivos, en particular a los árboles necesarios para aplacar una sequía que año tras año asecha más la región. Un problema que reconoce implícitamente la agencia alemana de cooperación al desarrollo (GIZ) cuando menciona que “[…] la producción hidroeléctrica, que representa el 40% de la capacidad instalada, se ve afectada por el cambio climático y la escasez de agua3.” Sin embargo, sus conclusiones apuestan más a la rentabilidad que a una real preocupación por el ambiente: “[…] el acceso a otras fuentes de energías renovables ya es una alternativa viable. Las tecnologías eólicas y fotovoltaicas, por ejemplo, hoy en día son rentables bajo las condiciones del mercado centroamericano.” Indiscutiblemente, sin energía, no hay negocios y en su mayoría, las contrapartes no estatales provienen del sector privado.

¡Campesinos “al bote5”, élites a la playa!
Cuando los negocios le dan un respiro, la élite empresarial hondureña aspira a descansar a la orilla del Mar y para ello eligió las paradisiacas playas de la península de Zacate Grande a orillas del Golfo de Fonseca en donde se hizo construir lujosas mansiones. La felicitad sería total, si en las aldeas vecinas, grupos de campesinos y pescadores no tuvieran el mal gusto de aferrarse a sus tierras y al derecho de uso de las playas. El conflicto agrario6 inició hace varias décadas cuando una señora que se presentó como legitima heredera de numerosos terrenos (la mayoría de ellos a orillas del Mar) los vendió, con una consecuente plusvalía, al magnate de la palma africana Miguel Facussé Barjum, uno de los empresarios más poderosos del país. Paulatinamente, con el respaldo de las autoridades, el hombre de negocio, se ha adueñado de casi toda la península, una buena parte de la cual mandó a cercar para establecer una “reserva” para la conservación. Tras la muerte de su padre, ocurrida el año pasado, los herederos prosiguen, con los mismos métodos, su obra de conquista. Usando de su poder y de su acceso privilegiado a los medios de comunicación, se vanaglorian de obrar por el bienestar de la población, mediante obras de desarrollo y la entrega directa de centenares de títulos de propiedad. Pero callan el hecho de que es poca la tierra repartida para comprar la docilidad de unos cuantos, en cambio de la que le fue arrebata, mediante desalojo violento, a otras muchas familias campesinas. Actualmente, no menos de 34 personas están siendo procesados judicialmente por “usurpación de tierras” entre otros cargos. La Marcha por la Tierra les brindó una nueva ocasión de denunciar la criminalización y el hostigamiento de la cual son víctimas por no dejarse comprar por dadivas distribuidas discrecionalmente por los que se erigen en dueños y señores de toda la península.

1 “Honduras: Invertirán 200 millones de dólares en proyecto de energía solar en Choluteca”, 3 de noviembre 2014. http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1771741, consultado el 26 de abril 2016.
2 http://soposa.com/honduras-parque-solar/, consultado el 26 de abril 2016.

3 El subrayado es nuestro.
4 http://www.energias4e.com/elprograma.php, consultado el 26 de abril 2016.
5 A la cárcel.
6 Para una reseña más completa del conflicto en Zacate Grande, vea: Ismael Moreno, Sj. (2005), “Miguel Facussé avanza por la isla del paraíso”, Envío, N°278, Managua, Nicaragua. http://www.envio.org.ni/articulo/2889, consultado el 28 de abril 2016.

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